La madrugada del 24 de diciembre de 1930 fue trágica para el pueblo salteño de La Poma. Pocos minutos después de las 3 de la mañana la Tierra liberó sus energías con violencia. Un sismo de 6,4 puntos, equivalente a una explosión de más de 6.000 kilogramos de dinamita, destruyó el pueblo y causó la muerte de 42 personas. LA GACETA del 25 de diciembre informaba sobre el desastre vivido por los pomeños, detallando que había 80 heridos y que unas 2.000 personas se habían quedado sin vivienda.
Según nuestro diario el movimiento, de norte a sud, fue violento y de 20 segundos, más o menos, de duración. La tapa, casi imitando los nuevos modelos de noticias de último momento, está poblada de pequeños textos que son las reproducciones de los cables telegráficos con información de lo ocurrido en el valle calchaquí salteño.
Entre tanta información sobre el dolor vivido en la vecina provincia, una nota editorial titulada “Dolor de hermano” señalaba: “LA GACETA se asocia en nombre del pueblo tucumano al dolor producido en el país y hace llegar a los hermanos en desgracia sus voces de aliento para que bien pronto se reconstruya la zona devastada, dando con ello ejemplo de que la adversidad de la naturaleza no es suficiente para amilanar sus viriles energías”.
Entre las noticias destacadas estaba el envío de una comisión de auxilio a cargo del doctor Apolo Premoli. Durante los días siguientes el diario informaba paso a paso lo que ocurría en la vecina provincia y los trabajos de rescate y auxilio de los heridos que iban aumentando: con el pasar de las horas ya habían llegado a los 120 de los 80 informados inicialmente.
El primer informe de Premoli señalaba: “la mayoría de las casas del pueblo están caídas, quedando algunas que son imposible habitar”. Y agregaba: “los muertos son 33 hasta ahora, siendo imposible calcular a cuantos llegarán cuando se remuevan los escombros”.
Solidaridad
Al mismo tiempo se anunciaba que los movimientos seguían en la zona pero sin la violencia del primero. En otra nota editorial, bajo el título “¡Aliviemos el dolor de los hermanos en desgracia!”, el diario pedía solidaridad a los tucumanos con los vecinos. Solicitaba: “que los habitantes de Tucumán se compenetren del dolor de los hermanos en desgracia y acudan, en la medida de sus fuerzas, a reparar el mal, en lo posible”.
La tapa del 29 de diciembre estaba coronada por el titular “Las primeras notas gráficas de la catástrofe” y se ven cuatro imágenes de la destrucción, el dolor y la muerte producidas por el sismo en La Poma. Además se anuncian nuevos temblores y que “Bajo el auspicio de LA GACETA inicióse la gran colecta popular”. Como era costumbre las autoridades comenzaron entregando fondos a la colecta pero rápidamente el ciudadano de a pie también fue parte del aporte solidario por la población puneña. Nuestro diario destacaba la actitud de Clodomiro Ladero, un trabajador incansable que se acercó a nuestras oficinas para aportar un peso para la colecta. Otra muestra de solidaridad fue aportada por los conventillos, desde donde sus sacrificados habitantes también hicieron sus aportes, al juntar unos 16 pesos entre varios de la ciudad. El personal de la tienda La Esperanza aporto 75 pesos. En la lista que aparecía en la tapa de nuestro diario se pueden ver el nombre de varios niños que hicieron su aporte de un peso. El Aero Club también hizo llegar su apoyo. Como se ve todos los sectores y pobladores de Tucumán sintieron la necesidad de sus vecinos salteño y acercaron su ayuda.
En estos tiempos de redes sociales, cuando cada persona es una fuente de información, el seguimiento de las noticias aparecidas en nuestras ediciones de los últimos días de 1930 y principios del 31 mostraban la importancia del telégrafo como herramienta de comunicación instantánea.
“Es intensa la labor del telegrafista”, titulaba LA GACETA un destacado, cuya volanta decía: “está constantemente al lado del aparato en pleno campo” (debido a que el sismo había destruido su oficina pero no cortado la línea, por lo que seguía transmitiendo desde el primer momento del hecho). El hombre en cuestión era Alejandro Flores, cuya foto podía verse hasta 1976 en una de las paredes de la oficina de la Comisión de Comunicación del Senado Nacional. La imagen lo mostraba en su precario puesto de trabajo durante las intensas jornadas posteriores al desastre.
La Poma debió ser trasladada un kilómetro al quedar destruida ese 24 de diciembre de 1930. A más de 90 años de aquella tragedia el caserío deshecho puede ser visitado aún, pero las leyendas urbanas aseguran que no es conveniente ir de noche porque todavía se escuchan gritos desgarradores y la experiencia puede alcanzar visos fantásticos.
Detienen al rector Prebisch
Mientras los tucumanos se despertaban leyendo sobre el desastre ocurrido en la puna salteña con la destrucción del pueblito de La Poma otra noticia también en tapa de nuestro diario pero con titulares menores también generó curiosidad en la provincia. Allí se anunciaba que la noche del 23 de diciembre había sido detenido el rector de la Universidad Nacional de Tucumán, Julio Prebisch aunque poco después había sido puesto en libertad. Según la crónica el rector fue detenido por hacer declaraciones críticas “contra el Poder Ejecutivo”, que en ese momento era ejercido por el general José Félix Uriburu iniciándose con él lo quiebres institucionales y el derrocamiento de gobierno democráticos por dictaduras militares. Uriburu había derrocado el 6 de septiembre de 1930 al presidente radical Hipólito Yrigoyen.
El relato informaba que Prebisch fue arrestado cuando salía de un restaurante en Buenos Aires donde había ido junto a un grupo de estudiantes tras el encuentro que había tenido en el local del Centro de Estudiantes de Medicina. La detención estuvo a cargo del personal de investigaciones de la policía y la orden fue dada por el comisario inspector Leopoldo Lugones (h). Los detenidos permanecieron varias horas encarcelados y “fueron puestos en libertad por el jefe de Policía, coronel Enrique Pilotto apenas enterado de los sucesos”. Tras los hechos el jefe policial se ordenó un sumario con “el objeto de aclarar debidamente los hechos”. Las versiones de la época señalan que la liberación del rector, y el grupo, se realizó a pedido de su esposa.